LA BROMA
(Zert)
1968. Dir. Jaromil Jireš.
Ludvík (Josef Somr), un tecnólogo distinguido, recibe la visita de la reportera Helena y se entera que es la esposa de un antiguo condiscípulo suyo. Esto hace que se remueva el interior del hombre quien recuerda que quince años atrás, debido a una broma que le gastó a una muchacha que por entonces cortejaba, sufrió el escarnio público, su expulsión del partido y de la propia universidad. Empieza a planear su venganza.
El extraordinario Josef Somr
Ludvík recuerda que en 1949 tenía una novia, Marketa, entregada al convencimiento general de que el nuevo régimen, posterior a la guerra, era lo mejor que podía haberle sucedido a la humanidad. Cuando ella partió hacia un campamento propagandístico que la entusiasmó, Ludvík le envió una postal donde le expresaba, con ironía y como broma: El optimismo es el opio de la humanidad, el espíritu alegre pertenece a la estupidez. ¡Viva Trotsky! que la solemne y plana muchacha entregó al comité estudiantil de la universidad que lo llevó al juicio público y a una votación unánime, de quienes eran sus amigos, para una condena social. Ludvík, entonces, tuvo que pasar seis años en el ejército como una forma de “reeducación”, donde vivió las experiencias de situaciones crueles. Luego de ese tiempo no se narra cómo fue readmitido en la comunidad, pero alcanzó un buen estatus técnico.
Luego de la entrevista con Helena, Ludvík retorna a su pueblo donde buscará llevar a cabo su venganza: tener relaciones sexuales con la esposa de quien era su amigo, pero se tornó en verdugo al dirigir el juicio de su expulsión social. De esta manera alcanzaría su venganza al echarle en cara al tipo la infidelidad de su esposa. Sin embargo, su plan no rendirá el fruto esperado (la mujer ha vivido separada de su marido y busca el divorcio), sino que caerá en la frustración y en la conciencia de que el rencor solamente destruye al alma.
Basada en la primera novela de Milán Kundera, publicada en 1967 con grandísimo éxito, para luego ser prohibida, el realizador hizo una adaptación, junto con el autor y con el dramaturgo Zdenek Bláha, tomando la anécdota básica y dejando de lado la profundización de otros personajes. Lo más importante era rescatar la imagen de un régimen totalitario que no respetaba el disentimiento ni la libertad de opinión individual. Todo debía encaminarse por una colectividad que tenía que estar convencida de las bondades del estalinismo. El desencanto general fue aprehendido magistralmente por Kundera en su novela y requería de algún realizador perteneciente a la nueva generación de cineastas que también correspondían con su expresión a dicho sentimiento.
Jireš ofrece una innovadora narración en esta
película. Por medio de montaje alterno de situaciones que ocurren en tiempos
distintos, se va contando la historia de Ludvík quien se convierte en observador
desde su presente, en el recuerdo, de lo que el espectador puede ver en
imágenes que ocurren en el pasado. Ludvík se dará cuenta de que esta broma será
fundamental para su vida. Vivirá con el rencor y finalmente lo desahogará en la
golpiza hacia un ser inocente. Por un lado, es importante buscar la manera de
salirte de un esquema que vuelve prisionero. Por otro, tal vez la lucha tenga
que ser de manera sutil. Ludvík tendrá que refugiarse entre quienes, como él,
vivieron en el disentimiento y alcanzaron una libertad muy personal. En una
secuencia, uno de los compañeros militares de Ludvík pinta imágenes de
voluptuosas mujeres desnudas que describe vulgarmente a sus amigos. Cuando el
alto mando le exige que explique ese cuadro aparentemente impropio, ofrece una
conceptualización acorde con la filosofía imperante, por lo que no cae en
castigo: cuestión de enfoques.
El director Jaromil Jireš (1935 - 2001)
Se puede ver en YouTube, aunque con subtítulos en inglés.