lunes, 31 de octubre de 2022

¿QUÉ PASÓ CON BABY JANE? (1962) - ROBERT ALDRICH

 NOTA IMPORTANTE: Este artículo lo escribí y publiqué hace diez años. Lo rescato (sin correcciones) al cumplirse el sexagésimo aniversario de su estreno y como reverente tributo a dos de las personalidades más impactantes y perdurables del cine universal: BETTE DAVIS y JOAN CRAWFORD.



¿QUÉ PASÓ CON BABY JANE?
(Whatever Happened to Baby Jane?)
1962. Dir. Robert Aldrich.


            Este miércoles 31 de octubre se cumplió el cincuentenario del estreno de una de las películas capitales en la carrera del cineasta Robert Aldrich y en la filmografía de dos divas del Hollywood de antaño. Ese mismo día estaba la edición Blu-ray de la misma película, en una tienda de la localidad. Esa noche volvimos a visitar una obra maestra que nuestros ojos todavía infantiles disfrutaron en segunda corrida en el Cine Rodríguez de la calle Juárez (no hubo quien me llevara al estreno y la cinta era considerada "fuerte", pero uno era diferente) como parte de un programa doble. Fue, aparte de una celebración personal hacia una cinta favorita, otro ejercicio de nostalgia personal porque las películas duplican su importancia como discursos y como objetos culturales que se anclan en nuestra memoria como parte de un momento de vida.


            Y su carga emocional todavía se aleja en el tiempo porque la cinta inicia con el año 1917 en letras blancas sobre fondo negro, para mostrarnos una función de “vaudeville” donde la pequeña estrella Baby Jane Hudson canta y baila para sus seguidores: un teatro lleno de pequeños espectadores con sus padres a los cuales se ha ofrecido la venta de muñecas que la reproducen: La niña tiene cabellos rubios en forma de bucles, ojos azules y una bella voz. Su padre le acompaña al piano y chantajea sentimentalmente a los admiradores con una canción triste. Luego sabemos que es una niña caprichosa y voluntariosa, que tiene una hermana sumisa y tartamuda, que la madre posee una actitud pasiva dominada por el padre explotador del talento de la hija. Todo en una secuencia que dura pocos minutos.


            La acción se desplaza al año 1935 con otro letrero semejante para darnos cuenta que ambas niñas son ahora jóvenes hermosas: Blanche (Joan Crawford), la sumisa, también ha entrado al mundo del espectáculo y es una actriz de importancia. Baby Jane (Bette Davis) sigue con su carrera en el cine pero no convence a nadie por ser mala actriz que ha sido impulsada por su famosa hermana: las vueltas que da la vida. Una noche, mientras una hermana baja del auto en que se transportaban, a abrir el portón de la casa, la otra pisa el acelerador para lanzar el vehículo contra otra. Se escuchan gritos y luego gemidos mientras aparecen los créditos de la cinta sobre una de las viejas muñecas con la cabeza rota.


            Luego se pasa a la imagen de un suburbio de Los Ángeles donde se sobreimpone la leyenda “Yesterday” (ayer, en el sentido de un tiempo actual). Blanche Hudson está en silla de ruedas, encerrada en su habitación donde ve sus viejas películas por televisión. Jane Hudson es ahora una mujer grotesca, con maquillaje exagerado, vestuario descuidado, alcohólica. Hay una mujer que va a hacer el aseo varios días a la semana, Elvira (Maidie Norman), quien detesta a Jane y se da cuenta que esconde las cartas que llegan a Blanche y es su confidente: sabe que Blanche quiere vender la casa e internar a Jane en un asilo. Jane se da cuenta de ello y comienza a torturar a Blanche, aparte de aislarla del mundo. Sueña con volver a la farándula y contrata a un gordo pianista, Edwin (Victor Buono) para que le apoye con sus viejos arreglos. Va perdiendo paulatinamente su ancla con la realidad y de hecho mata a Elvira cuando ésta se introduce a la casa a ayudar a Blanche. Casi agonizante, Jane lleva a Blanche a la playa donde iban cuando eran pequeñas. Blanche le cuenta la verdad a Jane: ella fue quien intentó matarla en la reja de la casa pero todo salió mal. La alcoholizada Jane quedó a un lado del auto y Blanche sufrió un mal golpe que le quebró la espina dorsal. Siempre le hizo creer a Jane que ella había sido la agresora. Jane ya ha enloquecido. Se pone a bailar frente a la gente que se ha acercado a ver a ambas.


            Estamos ante una película que habla de la perversidad que puede ocurrir en una familia. El padre que aprovecha el talento de la hija para enriquecerse. La madre sumisa que no puede rebelarse. La hermana que es dejada de lado, alimentándole el odio. Sin embargo, las cosas se salen de lo esperado: la hermana menor es talentosa, mejor que la limitada hermana que al crecer demuestra que fue flor de un día. No obstante, el odio está presente y la venganza es dulce por lo que hay que ejercerla. Nuevamente ocurre lo inesperado: los hechos se contraponen. El resultado es opuesto. No obstante, de todas maneras, existe la manipulación de la culpa y la inocente sin talento ha cargado con ella. Ahora es el momento de la rebeldía, pero ya es muy tarde: la edad les ha caído encima. La nostalgia es solamente un sentimiento y la memoria es corta. No hay posibilidad de recuperar el pasado.


            La selección de Joan Crawford (1905 – 1977) y Bette Davis (1908 – 1989) fue un gran acierto del director Robert Aldrich. Dos grandes nombres cinematográficos desde que eran famosas en su juventud. Rivales al entrar Crawford a la Warner Brothers en 1943, donde Bette era reina, luego de ser desechada por la MGM. 


No obstante, con el paso del tiempo, cada una saldría de ese mismo estudio para retornar con esta producción donde se recuperaba a los grandes nombres de antaño, mujeres que ya estaban a punto de la sesentena, en un melodrama que iría cayendo en lo grotesco, la intriga y el suspenso. 


La filmación fue correcta: ambas actrices eran sumamente profesionales pero fríamente corteses entre sí. Joan era la elegante; Davis era la vulgar. Cuando llegaron las nominaciones del Óscar, Bette fue nominada para que Crawford la boicoteara y hasta fuera la suplente de otras nominadas para recoger el Óscar si acaso ellas ganaban. Así fue: Crawford recogió el premio otorgado a Anne Bancroft por “La maestra milagrosa”.


            Robert Aldrich (1918 – 1983) había iniciado su carrera como director asistente desde 1942. En 1953 realizó su primer largometraje, El ídolo de las multitudes (The Big Leaguer), pero fue hasta el año siguiente cuando empezó a producir sus grandes éxitos: Apache , VeracruzEl beso mortalIntimidades de una estrellaTal como somos (donde había dirigido a Crawford), títulos importantísimos en el Hollywood de los años cincuenta, para iniciar la siguiente década con una cinta del oeste que se acercaba a la tragedia griega El último atardecer o una épica bíblica acerca de la destrucción por la ira divina Sodoma y Gomorra, antes de llegar a esta cinta que sería otro parteaguas en Hollywood y que daría lugar al retorno al cine de estrellas de antaño en tramas semejantes: Tallulah Bankhead en ¡Muere, muere, querida mía!Olivia de Havilland y Mary Astor en Cálmate dulce Carlota, por ejemplo.


            El Blu-ray viene en forma de libro con fotos de la película, apuntes biográficos y algunas notas de producción. En el disco se añade un reportaje que contrapuntea las carreras de ambas actrices indicando que siempre fueron aguerridas y ambiciosas: un documental sobre Davis, otro sobre Crawford. Un curioso vídeo del Show de Andy Williams donde Bette Davis interpreta la canción tema a ritmo de twist. En sí, una joya para fanáticos de estas estrellas, para amantes del cine de antaño o para jóvenes que necesitan fundamentar su amor por el cine. ¡Qué experiencia!

domingo, 30 de octubre de 2022

PÁGINAS DE MI VIDA (1950) - GEORGE CUKOR

 

PÁGINAS DE MI VIDA
(A Life of Her Own)
(Su propia vida- título en España)
1950. Dir. George Cukor.
DVD, Pal, 104 min.


         Lily James (Lana Turner) llega desde un pequeño pueblo en Kansas a Nueva York buscando realizar su sueño de llegar a ser gran modelo. En la oficina de Tom Caraway (Tom Ewell) llama la atención del agente quien la contrata. Ahí conoce a Mary Ashlon (Ann Dvorak), modelo que ya ha envejecido y no es requerida como antes. Mary, alcohólica, soñando con el pasado, le da algunos consejos, pero termina suicidándose. Poco a poco, Lily va subiendo de categoría hasta convertirse en modelo de primera clase, al aparecer en portadas de revistas famosas, entre otros trabajos. Gracias al abogado Jim (Louis Calhern), se relaciona con el magnate minero Steve (Ray Milland) y se vuelve su amante, a pesar de que el hombre está casado. Cuando Steve le comenta que no puede dejar a su mujer, paralítica desde un accidente que él mismo provocó, Lily cae en la desesperación y comienza a tomar el rumbo de Mary.

Tom Ewell, Ann Dvorak y Lana Turner

         La cinta, una de las menos apreciadas del maestro Cukor, quiere responder a la pregunta de qué hay más allá, luego de alcanzar lo que te has propuesto en la vida. Desde que llega a Nueva York, Lily se torna esponja de lo que ve y escucha: Caraway le hace observaciones precisas a una mujer que desea ser modelo y ofrece instrucciones para mejorar antes de buscar una posición. Lily está atenta y sabe asimilarlo. Al cuestionamiento de Caraway sobre su elegante manera de vestir, Lily le confiesa que aún en Kansas, las muchachas leen revistas y van al cine, aparte de haber ahorrado por seis meses para llegar a la ciudad: así de fuerte es su voluntad y determinación para cumplir con sus metas. Su carrera va en ascenso: la edición rápida de momentos en que posa para fotografías o se van sucediendo portadas de revistas, dan idea del paso del tiempo y del cambio que ha ocurrido en la mujer.

 Barry Sullivan y Lana Turner

         Por otro lado, la relación fortuita que se da entre ella y Mary Ashlon, quien llega a la oficina de Caraway a pedirle una oportunidad, mientras Lily está presente, será lección de vida. La acompaña a una reunión donde acuden Mary y su amante Lee (Barry Sullivan), además del abogado Jim. Ocurren escenas de celos, pleitos sentimentales, debido a la embriaguez de Mary. Lily la acompaña a su departamento, donde la exmodelo le pide disculpas y va contándole sobre lo que permanece de sus sueños. Antes de dejarla, Mary le regala un zapato de porcelana, como amuleto de buena suerte. Al día siguiente, Lily se entera del suicidio de la mujer.

 Lana Turner y Ray Milland

         A partir de ahí, el trabajo la lleva al éxito y, gracias a Jim, se relaciona con Steve, procedente de Montana, al cual acompañará en paseos inocentes, hasta que el hombre deba de retornar a su casa. Como regalo de agradecimiento, por medio de Jim, le envía un lujoso brazalete que Lily rechaza, pensando que está comprando su afecto. Al volver a reunirse, semanas más tarde, Steve se disculpa, pero le confiesa su amor, dando pie a una relación intensa. Ayuda a Lily para comprar un departamento, le apoya para amueblarla, hasta que queda claro que no podrá dejar a su mujer. Lily empieza a beber, a desesperarse, a querer hablar con la esposa de Steve para reclamárselo, pero a la hora de la verdad se da cuenta de que será imposible: hay cadenas que no pueden romperse. Lily ha entrado en una fase que le hace recordar a Mary. Va a visitar el barrio donde está el edificio del cual se había lanzado la mujer para suicidarse. Ahí decide no seguir ese camino y rompe el zapato de porcelana. Lily estaba repitiendo el mismo esquema de la derrotada Mary y debe replantearse su vida y sus objetivos originales.

 Lana Turner, Louis Calhern y Ray Milland

         Lo que inicia como una historia de superación y triunfo, se torna melodrama donde el factor externo (la pasión hacia un hombre casado) propicia que se vaya formando un camino de descenso hacia el fracaso. Una vez que el personaje ha alcanzado el éxito, se siente solitaria y la aparición de un ser que la complementa, le hace soñar con otra etapa de vida: posible esposa y madre. Sin embargo, está la variable imponderable: hombre casado, con remordimientos, pero esposa amorosa, sin reproches. Puede aceptarse que la cinta da respuesta a esa pregunta inicial, pero queda sin respuesta total al término: Lily se da cuenta de su camino equivocado, pero no se da ninguna pista sobre cuál será su nueva realidad.

 Lana Turner

         El maestro Cukor la consideró una de sus peores películas porque tuvo dificultades desde el inicio. La cinta la realizó porque debía terminar su contrato pendiente con la Metro Goldwyn Mayer y no tuvo nada que ver con la selección del guion, ni de la estrella. Lana Turner retornaba a filmar luego de haber estado en suspensión por dos años y, como era usual, exigía todo el glamour usual de vestuarios y joyas. Inicialmente, había sido seleccionado Wendell Corey, pero un pleito entre este actor y Lana, hizo que se le despidiera. En su lugar entró Ray Milland, más adecuado para papeles de acción o intriga que para el romance, y se nota que no hay una química especial con su rubia compañera. No obstante, Cukor usualmente despotricaba contra cintas cuyo resultado no le complacía, pero luego las mencionaba con cierta nostalgia.

Poster de la cinta en México



miércoles, 26 de octubre de 2022

AMOR PROFANO (1932) - LEWIS MILESTONE

AMOR PROFANO
(Rain)
1932. Dir. Lewis Milestone.

VCI Entertainment. Blu-ray. 94 min.

                   Sadie Thompson (Joan Crawford), prostituta que viaja hacia la isla de Aipa en el Pacífico Sur, debe de quedarse varios días en Pago Pago, debido a una epidemia de cólera que impide proseguir en el barco de trasbordo. Junto con ella, llegan el predicador Davidson (Walter Huston) con su esposa (Beulah Bondi), además del Dr. McPhail (Matt Moore) y su esposa (Kendall Lee). Todos llegan al único albergue existente en la tienda de Joe (Guy Kibbee), donde la actitud libre y escandalosa de Sadie, provoca la ira de Davidson. El sargento O’Hara (William Gargan), enamorado de Sadie, a pesar de su pasado, quiere apoyarla para que se vayan juntos a Australia. Davidson, por su parte, quiere impedir que Sadie siga su viaje para continuar con su vida de prostitución, por lo que la denuncia para que sea deportada a San Francisco, donde le espera la prisión de la cual había estado huyendo. Davidson logra convencer a Sadie para que abandone su profesión, vuelva a San Francisco y purgue su condena, para salvar su alma. Sin embargo, una noche, viendo a Sadie ya pudorosa, sin maquillaje, entregada a su palabra, Davidson entra a su cuarto para poseerla. A la mañana siguiente, el predicador se ha suicidado. Sadie retoma su actitud libre, pero acepta irse con O’Hara hacia Australia.

                   Con motivo del 90 aniversario de su estreno, se ha editado una versión prístina, con imágenes nítidas y contrastantes en su blanco y negro original, bajo el formato de Blu-ray, esta cinta que nos devuelve uno de los primeros intentos dramáticos de Joan Crawford, ya con sonido, además de confirmar la calidad del realizador Lewis Milestone en su dominio técnico y expresivo. La adaptación de un cuento de W. Somerset Maugham, ya había sido filmado en 1928 con Gloria Swanson, como Sadie, y Lionel Barrymore, como Davidson, además de haber producido una versión teatral que consagró a otra personalidad de esos años veinte, Jeanne Eagels.

                   La ventaja de que todavía existía cierta libertad en el cine, sin las estrictas imposiciones que más adelante establecerá la censura, permite que veamos tramas más abiertas en sus representaciones y finalidades. Sadie muestra una actitud cínica y gozosa que será ofensiva para el religioso matrimonio (contra el menos escandalizado matrimonio del médico). Al inicio, Sadie recibe en su cuarto a tres marineros, entre ellos a O’Hara, quien queda prendado de ella, al grado de enamorarse e intentar liberarla de las amenazas que posteriormente le lanzará el predicador. Aunado a ello, están los comentarios sarcásticos e indolentes de Joe, el dueño de la tienda, norteamericano asentado por años en esa isla, casado con una nativa y padre de tres hijos que ha visto todo tipo de persona: sabe muy bien de la hipocresía de Davidson (al hablar de su isla, expresa: "son los últimos remanentes del paraíso").

                   En una secuencia extraordinaria, donde Sadie le enfrenta y el tipo empieza a orar el Padrenuestro de manera continua, hasta que logra que la mujer empiece a conmoverse y a repetirlo con él, Milestone logra transmitir el proceso de engaño hacia las almas débiles, mediante trucos retóricos. Más adelante, Sadie aparece sin maquillaje, con el cabello restirado, vestida modestamente, escuchando el reto del predicador quien le ofrece, astutamente, fingiendo piedad porque ella se ha arrepentido, retirar su demanda de deportación, ante lo que ella se niega. Mientras que la prostituta muestra una sumisión religiosa, el predicador hará surgir su deseo erótico, sexual, lujurioso, hacia la mujer que ahora puede sentir sometida. A pesar de la libertad del cine no era posible mostrar más que la sugerencia carnal: la secuencia se detiene cuando el predicador entra y cierra detrás de sí, la puerta del cuarto de Sadie.

                   Al día siguiente, las consecuencias: Sadie, luego de ser objeto sexual, ha perdido su modestia, vuelve a su naturaleza libre porque ha vivido en carne propia la hipocresía de un ser pusilánime. El predicador, por su parte, se ha suicidado, tal vez, por darse cuenta de que todos sus principios eran falsos, dando rienda suelta a sus instintos: una crisis moral y extrema. O’Hara llega para confirmar su anterior propuesta de escapar juntos hacia Australia, a otra vida, a que el destino les fije el rumbo posible.

                   Lewis Milestone (1895 – 1980) inició en el cine silente. Alcanzó gran éxito con El jardín del edén (1927) (que también se ha rescatado en una edición nítida en Blu-ray), y en 1930 filmó, ya dentro del sonoro, Sin novedad en el frente, importante cinta antibélica, y luego El cuarto poder (1931), sarcástico comentario sobre el mundo del periodismo, antes de aceptar esta producción independiente de Joseph M. Schenck, poderoso integrante de la United Artists. Joan Crawford (1904 – 1976), luego de ser intérprete de comedias románticas y frívolas en la MGM silente, buscaba otras maneras de diversificarse. Vio esta cinta como oportunidad de mostrar sus cualidades dramáticas. Amor profano tuvo mala crítica y menos taquilla de la esperada, por lo que la Crawford consideró que fue uno de sus peores papeles: el tiempo ha corregido esa impresión.

viernes, 21 de octubre de 2022

LOS VENCEDORES (1963) - CARL FOREMAN

LOS VENCEDORES
(The Victors)
1963. Dir. Carl Foreman.
DVD, Pal, 156 min.
Regia Films, España.

                   Basada en un libro de cuentos, con tintes autobiográficos, de Alexander Baron (1917 – 1999), donde narra hechos y aventuras que viven los integrantes de un pelotón de soldados británicos durante la Segunda Guerra Mundial, esta adaptación cinematográfica mantiene el carácter episódico, dejando solamente a dos soldados: Frank Chase (George Peppard) y Trower (George Hamilton) como recurrentes hilos conductores en su marcha por distintos lugares de Europa, además de que se ha cambiado la nacionalidad: ahora son soldados norteamericanos (para que hubiera mayor identificación con su público clave en Estados Unidos). La cinta deja en claro la banalidad y futilidad de la guerra que da lugar a luchas y rencores absurdos. Al final, no existen vencedores ya que la victoria es relativa: tanto han perdido ellos como los vencidos. La gloria del triunfo da lugar a otras vicisitudes y enfrentamientos. Fue la única intervención del guionista Carl Foreman en la dirección cinematográfica y uno, luego de verla, se queda pensando en las posibles maravillas que podría habernos heredado.

                   La cinta comienza en la Inglaterra de 1942, mientras Chase y Trower están de guardia en un depósito de recursos bélicos. Hay un feroz bombardeo que les lleva a resguardarse en cierto momento. Luego, salen a ocupar nuevamente sus puestos. Se ha demostrado su valentía, pero también su vulnerabilidad ante la férrea disciplina. Según se van sucediendo los episodios, vemos al pelotón moverse hacia Italia, luego llegar a diversos puntos franceses y belgas, finalmente el retorno a Inglaterra, para terminar en la Alemania invadida, a un año posterior al término del conflicto (los mismos Chase y Trower van subiendo de categoría militar). En cada episodio, habrá alguna aventura de los soldados mencionados, añadiendo a otros personajes eventuales. Así, podemos conocer intereses y personalidades, la rudeza que trae consigo la tragedia cotidiana, los abusos entre seres humanos, la falta de piedad y misericordia, además de los horrores que, al vivirlos, transforma la filosofía de vida y muerte.

                   Un soldado utiliza la vulnerabilidad de una esposa que espera el retorno de su marido para obtener sus favores sexuales. Un sargento debe de imponer su autoridad ante soldados que, al llegar a una bodega de vinos, se emborrachan. Otro soldado, emocionado por la dulzura de una joven violinista que toca ante la indiferencia general en una cantina de Bélgica, decide respetarla para darse cuenta, al día siguiente, de que en realidad era una prostituta. Y así, se van mostrando pequeñas viñetas de perversión o de ternura sin protección. Ante la crueldad de un oficial francés contra los alemanes, un sargento norteamericano le escucha decir: “ojalá que su país nunca sea invadido”. Y entre estos episodios, se intercala un segmento magistral: el único fusilamiento realizado por los norteamericanos contra un desertor: el director Foreman muestra de manera cruda, intercalando acercamientos y grandes planos panorámicos, el hecho, mientras que en la banda sonora se escucha una popular canción navideña y luego, un himno religioso.

                   Originalmente, la cinta duraba 175 minutos con una overtura de 4 minutos, original del compositor Sol Kaplan. Al estrenarse en Inglaterra, y notar que el público se inquietaba por la longitud, fue recortada en un cuarto de hora, a una duración más convencional (156 minutos), que es la que encontramos en el DVD español que tenemos (nunca se ha distribuido una copia en Estados Unidos). Entre los cortes, está un episodio donde el batallón adopta a un niño francés, para luego quedar pasmados al enterarse de que el pequeño se prostituía para sobrevivir. El elenco está conformado con muchas estrellas populares, o emergentes por esos años, en el cine internacional: Melina Mercouri, Romy Schneider, Elke Sommer, Jeanne Moreau, además de Peter Fonda, Eli Wallach, Michael Callan, Albert Finney, entre otros, convirtiéndose en un catálogo de personalidades que serían estelarísimas con el paso del tiempo.

                   Carl Foreman (1914 – 1984) fue un distinguido guionista que también cayó víctima de la persecución anticomunista del senado norteamericano a fines de los años cuarenta e inicio de los cincuenta. Colaborador del independiente y adelantado Stanley Kramer, escribió los guiones de El triunfador y Clamor humano (1949, ámbas de Mark Robson) o A la hora señalada (1952, Dir. Fred Zinneman), para luego exiliarse en Inglaterra donde continuó trabajando bajo seudónimos. Ganó el Óscar, sin poderlo recibir, en 1957 por El puente sobre el río Kwai (Dir. David Lean) y en 1961, la épica y grandiosa Los cañones de Navarone (Dir. J. Lee Thompson), antes de decidirse a dirigir, aunque solamente fuera para dejarnos esta obra maestra.

                  Los vencedores, filmada en Panavisión (70 mm), con un blanco y negro contrastante (cuando el cine podía utilizar al monocromático con fuerza expresiva), fue una cinta muy audaz para su tiempo. Luego de su estreno por el mundo, fue siendo relegada a segundo término. A casi 60 años de que fuera vista por primera vez, es importante rendirle tributo como otro retrato antibélico, crudo, perverso, que mostraba la realidad de las crueldades humanas. Hay una copia nítida en YouTube, aunque sin subtítulos, donde puede disfrutarse.

El guionista-director Carl Foreman



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