miércoles, 19 de abril de 2023

FRENCH NOIR COLLECTION (1957-59) - GRANGIER Y MOLINARO

 

FRENCH FILM NOIR
La suerte está echada (1957, Le rouge est mis)
Un testigo en la ciudad (1959, Un témoin dans la ville)
Acorralado (1958, Le dos au mur)



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         El cine negro francés (“film noir”, término inventado precisamente en Francia para destacar a las cintas de intriga criminal y policiaca surgidas en el cine norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, pero que llegaron a Europa hasta después del conflicto, para ser descubiertas por los jóvenes cinéfilos intelectuales y dar lugar a todo un tratado inicial como fue el libro “Panorama del cine negro norteamericano” de Etienne Chaumet y Raymond Borde, publicado en 1955 -con edición en español, publicada en Argentina en 1958) tiene sus orígenes con las películas del realismo poético filmadas en los años treinta por Duvivier, Carné, y más adelante por Christian-Jacque o Clouzot.

         En los años cincuenta, gracias a cintas como “Grisbi” (1954, Jacques Becker) o “Rififí” (1955, Jules Dassin) o “Bob, el jugador” (1955, Jean-Pierre Melville, comenzó otra etapa de lo que es el cine policiaco francés, que proliferaría desde entonces, sobre todo gracias a las presencias de Lino Ventura, Jean Gabin, Paul Meurisse, entre otros, y realizadores como Lautner, Grangier, Melville.

         La reciente aparición del paquete “French Film Noir”, editado por la compañía norteamericana Kino Lorber, rescata tres ejemplos de dos directores (muy diferentes entre sí, en cuanto a su enfoque cinematográfico), filmados a finales de la década de los años cincuenta. Las copias están restauradas y presentadas en nítido Blu-ray, con excelente sonido e imagen, además de subtítulos en inglés.

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         Gilles Grangier (1911 – 1996) será asistente de producción y dirección, e iniciará su carrera en 1943, al reemplazar al director original de la que será su primera película (“Ademai, hombre de honor”), una comedia ligera, que será su línea temática por varios años. En 1953 filma la primera de trece películas que rodará con el popularísimo Jean Gabin, donde el actor será hampón, víctima y hasta interpretará algún rol cómico. Uno de sus grandes éxitos internacionales será “Gas-Oil” (1955).

Lino Ventura y Jean Gabin

         En este paquete Gilles Grangier está representado por “Le rouge est mis”, una frase coloquial francesa que podría equivaler a “la suerte está echada”, ya que se refiere a situaciones que no pueden cambiarse, que ya están dadas de antemano por el destino. No fue estrenada en México y en Estados Unidos se llamó “Speaking of Murder” (Hablando de asesinato). La cinta se centra en una banda de cuatro ladrones de bancos donde cada integrante tiene su personalidad definida: el autor intelectual que vive temeroso, el que sigue instrucciones, el que es violento e inescrupuloso, además de Louis, quien tiene un negocio y familia (madre y hermano), interpretado por Jean Gabin, quien será el personaje principal, pero desea dinero para retirarse tranquilamente. Una mala interpretación de ciertos hechos que involucran a una mujer casquivana (Annie Girardot, muy joven, anunciada en créditos como miembro de ”La comédie française”) harán caer, de manera infundada, la sospecha de delación en el hermano, cuando uno de los robos sale mal.

         Grangier ilustra una novela de Auguste Le Breton (autor de las novelas en que se basaron, por ejemplo, “Rififí” o “Bob, el jugador”) que tiene su interés en cuanto a la implacabilidad del destino que ya ha marcado a sus protagonistas. A pesar de que Louis intente cambiar las reglas del juego (alejar a su hermano de la mujer que lo explota sentimentalmente, así como evitar que caiga en él la culpa de su fracaso), no habrá salida.

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         Una diferencia muy notable, en técnica e intención, está en las dos cintas que complementan la oferta del paquete, ya que ambas reflejan los inicios en el largometraje del joven Édouard Molinaro, quien no participó con los jóvenes de la Nueva Ola, aunque le tocó alternar con ellos. En una entrevista, Molinaro comentó que se había iniciado antes, filmando cortos y documentales, por lo que su aprendizaje técnico era sólido (entre sus asistentes habían estado Claude Sautet y Jean Paul Rappeneau), a diferencia de los jóvenes de la Nueva Ola que habían sido críticos, escritores o periodistas. Molinaro siempre tuvo conciencia de que estaba dentro de una industria y, a pesar de intervenir en la escritura de algunas de sus cintas, no se consideraba creador de un “cine de autor”. En los años setenta filmaría su grandioso éxito "La jaula de las locas" (1978).

Gérard Oury y Jeanne Moreau

         Su primer largometraje fue “Acorralado”, basado en una novela de Frédéric Dard, acerca de un crimen casi perfecto. Al inicio de la película, el protagonista, el rico industrial Jacques (Gérard Oury) lleva el cadáver del amante de su esposa Gloria (Jeanne Moreau) a la construcción de una nueva nave de su empresa y lo entierra bajo el cemento de uno de los muros. Entonces inicia la narración de cómo descubrió la infidelidad de su mujer, por lo cual crea un ingenioso plan para separarlos: empieza a enviar cartas de chantaje a su esposa pidiéndole dinero. Luego, plantea una intriga donde la mujer sospecha que el chantajista es su propio amante. Sin embargo, una situación inesperada, un mínimo descuido, hace que todo cambie: el plan que era casi perfecto, no contaba con los incidentes inesperados, esas pequeñas bromas del destino.

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         Luego de otro largometraje con intriga policiaca, acerca de la trata de blancas (“Vampiros del amor”, 1959), Molinaro filmó una de sus mejores películas “Un testigo en la ciudad”, basada en una novela de los popularísimos Boileau-Narcejac (cuyas tramas habían dado pie a “Las diabólicas” de Clouzot y “De entre los muertos” de Hitchcock). Nuevamente, el destino se interponía en los planes del viudo Ancelin (Lino Ventura), quien mataba a Pierre, el amante culpable de la muerte de su esposa, al ser puesto en libertad debido al beneficio de la duda. Otro crimen casi perfecto donde Ancelin hacía pasar por suicidio la muerte de Pierre, sin haberse dado cuenta de que éste había solicitado, minutos antes del hecho, un radio taxi a su casa. Al salir del lugar, luego de haber perpetrado el crimen, Ancelin se topaba con Lambert (Franco Fabrizi), el chofer del taxi, alejándose, sin decirle palabra, luego retrocediendo para matarlo, cuando otro cliente tomaba el taxi y partía. Alcanzaba a anotar las placas del vehículo, para buscarlo.

Lino Ventura

         La cinta muestra la excelencia técnica de Molinaro: algo que también se notaba en su otra cinta mencionada. La descripción de personajes es impecable: pequeños detalles y algunas palabras para conocer sus interioridades y motivaciones. Un ritmo fluido e incesante. La atmósfera del delicioso blanco y negro gracias a sus directores de fotografía, para “Acorralado”, el veterano Robert Lefebvre, quien había trabajado para L’Herbier, Gance, Decoin o Jacques Becker, entre otros, y para “Testigo”, al genial Henri Decaë, cuyos créditos incluyen “Bob, el jugador”, “Los 400 golpes”, “Sibila” o “La noche de los generales”, entre muchos más. Y, sobre todo, se muestra al París excitante e inspirador, en esos años cuando el existencialismo ya se encontraba en otros niveles menores, para la creación de grandes obras dentro de las disciplinas artísticas. De hecho, uno de los antecedentes para el conocimiento de esta película, era la inclusión de sus temas musicales en un disco de “Jazz et cinema” que utilizaban al jazz como ritmo elocuente y descriptivo, complementando atmósferas, incrementando las emociones del espectador.

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         Y los repartos son fenomenales: Gérard Oury y Jeanne Moreau como la pareja base de “Acorralado”. Oury entrará más adelante a la dirección cinematográfica de grandes éxitos comerciales con Jean-Paul Belmondo (“El cerebro”) y, sobre todo, con Louis de Funés (“Las locas aventuras del rabí Jacob”). Jeanne Moreau, muy exitosa sobre los escenarios teatrales, luego de diversas actuaciones en el cine, adquiriría importancia ese mismo año con “Ascensor para el cadalso” y “Los amantes”, ambas de Louis Malle, para pasar a una carrera estelar e importantísima, gracias a Vadim, Truffaut, Antonioni, Brook, Losey y muchos más. Por otro lado, Lino Ventura, nacido en Italia, pero trasladado a Francia desde pequeño, quien había sido luchador grecorromano, hasta que, por su presencia ruda fuera incluido en el reparto de “Grisbi” (1954) por el director Jacques Becker, donde conociera a Jean Gabin quien le tomó simpatía y apoyó para que continuara en el cine, subraya su fuerza personal, su magnetismo para imponerse como figura poderosa en “Un testigo en la ciudad”. Fue coproducción entre Francia e Italia, por lo que aparecen tanto Franco Fabrizi, como el taxista, y Sandra Milo como su enamorada, ambos serán personajes en cintas de Fellini.

Gilles Grangier
Édouard Molinaro

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