sábado, 22 de agosto de 2020

EL HOMBRE ILUSTRADO (1969) Jack Smight

 

EL HOMBRE ILUSTRADO

(The Illustrated Man)

1969. Dir. Jack Smight.

         La película recurre a tres cuentos de Ray Bradbury (1920 – 2012) reunidos en su libro del mismo título que fue publicado en 1951, para ofrecer imágenes pesimistas, con mensaje precautorio, sobre el futuro del planeta. Parte de una trama común que forjará el hilo narrativo: el joven Willie (Robert Drivas) viaja por el campo norteamericano de 1933 disfrutando del panorama y descansando donde le encuentre el día, en su viaje hacia California donde le espera un posible trabajo. Un día se topa con Carl (Rod Steiger), un vagabundo, anterior empleado de un circo, quien anda en busca de una mujer cuyo rastro ha desaparecido (incluyendo su casa). En su conversación, Willie se entera de que en el pasado, la mujer llamada Felicia (Claire Bloom), le tatuó el cuerpo por entero, legándole un fatal destino: si alguien se queda mirando fijamente a alguna de esas “ilustraciones de su piel” (como Carl prefiere llamarles), irán tomando vida y revelarán situaciones terribles. Willie no puede creerlo hasta que lo hace a pesar suyo. De ahí ocurrirán las tres historias que la película narrará.

         La primera se basa en “La sabana” que ocurre en un futuro donde la tierra se ha vuelto completamente pragmática. La gente solamente trabaja seis meses al año para mantener la estabilidad de la economía mundial. Un mundo deshumanizado, donde las máquinas imperan. Una pareja que se ha alejado por problemáticas en su relación, han comprado un aditamento que permite a sus niños jugar con la imaginación y crear realidades virtuales donde pueden permanecer el tiempo que deseen. El espacio que han estado creando casi permanentemente es una sabana africana con leones y buitres. La pareja empieza a sospechar que hay algo extraño en ese lugar y lo consultan con el psiquiatra familiar. Cuando éste les recomienda deshacerse de la máquina y los padres se lo comentan a los hijos, la reacción es de protesta y rebelión. Los niños les engañan para hacerlos entrar a la sabana y dejar que los leones los ataquen y maten.

         En “La larga lluvia”, un grupo de astronautas cuya nave se ha estrellado en otro planeta (en el cuento era Venus), quedan bajo una lluvia intensa e interminable. Empiezan a caminar para encontrar algún refugio o al menos los restos de su nave para guarecerse. La situación es tan desesperante que poco a poco los ánimos se irán caldeando. Entre pleitos que surgen o la decisión de la autodestrucción, todos se van aniquilando hasta que solamente el coronel, el de más rango, alcanza a llegar a su destino.

         Finalmente, “La última noche en la tierra” presenta a otra pareja: el marido acaba de llegar de un foro mundial donde se llegó a la conclusión de que, en ese noche, será el fin del planeta, de la vida toda. La decisión general fue la eliminación de todos los niños para evitarles el horror de la terrible destrucción que se avecina. La mujer se opone pero contra su deseo, el hombre hace que sus hijos tomen un veneno. A la mañana siguiente, el mundo sigue igual. Todas estas historias han sido atestiguadas por Willie mientras fijaba su vista concentradamente en las ilustraciones de Carl. Al final, puede visionar que Carl lo atacará y estrangulará. Para evitarlo, Willie se le adelanta en su agresión y huye, aunque Carl no ha muerto.

         Bradbury fue uno de los grandes poetas de la ciencia-ficción. Los futuros que presentaba en sus narraciones eran oscuros y pesimistas, pero dotados de gran esperanza para que sus lectores los vieran como posibles de evitar. Sus héroes tienen sentimientos y aman. Es el mundo, en total, que pierde sus valores y se deja llevar por la tecnología. En ese sentido, como todos los grandes escritores del género, han sido profetas visionarios. Uno puede notar en “La sabana” al imperio de las máquinas, a la consecuencia de la falta de valores que han ido adquiriendo los jovencitos y su entrega al hedonismo. Toda esa virtualidad y holografía de una película de 1969, ahora la tenemos con sus variantes dentro de lo cotidiano.

         Y luego vienen sus imágenes de jungla lluviosa, de soledad que lleva a la autodestrucción y la desesperanza en esos astronautas varados en un planeta que no presenta salida alguna. Si esto no es metáfora del combate, de la lucha, de la batalla social que se lleva a cabo entre fronteras, hambre o falta de identidad que se ha venido incrementando a lo largo del tiempo, se tendría que volver a trabajar en su definición y se llegaría a un mismo destino. O el caso de los padres que se unen a la paranoia general y toman decisiones que luego serán trágicas y dolorosas. Ese “foro mundial” podría equipararse a los intercambios virtuales que generan opinión sin sustancia, suman seguidores a causas inútiles o dan lugar a las noticias falsas que tanto enlodan a diario a las verdaderas historias, a las tramas importantes.

         El hombre ilustrado en cine, es obra de Jack Smight, director, y Howard B. Kreitsek, guionista y productor, sobre cuentos de Bradbury. El lenguaje fílmico será distinto aunque la base narrativa sea la misma. Nunca será lo mismo la imaginación que ofrece una lectura a la convención visual que plasma imágenes. De ahí que la queja principal sobre esta película fuera que no había equivalencia entre literatura y cine. El mismo Jack Smight en sus memorias aclara que puso énfasis en estilo y ritmo pero siempre estuvo consciente de que sería una película de ciencia ficción, como pasó con otra obra del mismo Bradbury llevada al cine por Truffaut (Fahrenheit 451, 1966) donde al genial director le movía más el tema de los libros y la propuesta de los “libros humanos” que el género. No obstante, en ambas películas está presente la advertencia del autor para no permitir la decadencia del ser humano. Y cada cinta muestra la esencia de cada realizador.

 El director Jack Smight (1925 - 2003)

         Jack Smight fue otro de los realizadores norteamericanos surgidos de la televisión en vivo de los años cincuenta. Solamente dirigió 17 largometrajes para la pantalla grande entre 1964 y 1989, porque la mayoría de su trabajo fue para la pantalla chica. No obstante, fue responsable de cintas que ahora se consideran de verdadero culto entre los cinéfilos enterados, de hueso colorado, como son El tercer día (1965) sobre un amnésico acusado de asesinato, El blanco móvil (1966) que revisa al cine negro desde sus perspectivas de época, Así no se trata a una dama (1968) con un delicioso asesino en serie que usa diversos disfraces, y la extraordinaria Su propio verdugo (1970) que es una maravilla insólita al mostrar a un hombre que viaja con su propia silla eléctrica portátil: todas ellas significativas para la sensibilidad propia de los años sesenta y el Hollywood que iba cambiando. En la década siguiente filmaría dos superproducciones: Aeropuerto 75 (1974) y La batalla de Midway (1976) que cumplieron con taquilla como mero entretenimiento muy bien realizado.

         El reparto está conformado por Rod Steiger, siempre sobreactuado pero bastante eficiente, aunque su cuerpo no es nada seductor al verlo desnudo con sus tatuajes totales e impresionantes. Claire Bloom, de excelencia y como esposa en la vida real de Steiger le proporciona candentes besos. Robert Drivas, un joven actor que filmó poco, pero tuvo mayor importancia en la escena teatral y moriría joven en los años aciagos del maldito SIDA. Los tres interpretan diversos papeles en las variadas historias de la cinta.


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